miércoles, 29 de enero de 2014

Molina.




Molina, Molina...
Parte de mí quedó allá, por ello suelo regresar de vez en cuando; incluso físicamente. Este último fin de semana de enero ha sido la antepenúltima vez. ¿Motivo? Fácil: presentación del libro de un amigo, ocasión de volver a ver a más amigos y oportunidad de conocer a gente susceptible de formar parte de tus amigos. Meteorología, meteorología...qué haría yo sin ti.
Resulta sumamente consolador ir descubriendo a lo largo de tu vida que hay más gente como tú, que no eres un bicho raro, que tus gustos por la meteorología son compartidos por más gente que goza y disfruta tanto o más que tú con cosas tan sumamente "irrelevantes" para el grueso de la población,  gente que atesora anécdotas que pueden llegar al sonrojo dependiendo de quién las oiga, por lo estrambótico... O qué puede ser si no salir a la calle con tropecientos grados bajo cero por el mero hecho de sentir frío extremo (y de paso, superar alguna efeméride), buscar los sitios más proclives para ello, hacerse cientos de kilómetros persiguiendo tormentas, fotografiarte tú y tu coche en el punto más tormentoso de España, desvelarse en plena noche por ver si va a nevar ( y, desde luego, no pegar ojo si lo hace)...Sentirse vivo al fin y al cabo, no es otra cosa.
Aficionados, profesionales, aficionados-profesionales, profesionales-aficionados, todo en plena armonía. Anécdotas, risas, ideas, sensaciones, buenas vibraciones...






Pocas veces se siente una comunión tan completa entre profesión y afición como la de este fin de semana. Ambiente cordial, distendido, cálido. El mundo, normalmente, no enseña su cara amable, sino la uñas...y con pertinaz encono. Por ello, hay que aprovecharla cuando ésta asoma. Y asomó, ya lo creo...





No hemos sido muchos, pero sí los suficientes, y nos hemos ido con el sabor amargo del tener que partir, pero con la alegría y certeza de que volveremos a vernos. La Providencia, sabia ella, se sacó de la manga en el regreso un crepúsculo de antología.



"No se me ocurren muchos momentos que superen este instante de ahora", susurraba mi conciencia. "Quizá sólo pueda existir uno que lo haga", pensé. Pero en esta ocasión, la Providencia no tuvo a bien que sucediera.



2 comentarios :

  1. Qué grande eres señor Deza, tus palabras son poesía

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  2. Es usted muy amable, Neubrin, pero tampoco es para tanto.
    Gracias.

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