Hola.
Recupero otro pequeño escrito de hace más de cuatro años. Menos mal que tenía la publicación local donde se acogió, porque lo perdí al tener que formatear el ordenador. Fíese, fíese usted de la tecnología.
Añado alguna foto. También imágenes de satélite y radar (propiedad de AEMET).
Saludos.
24 de Mayo de 2009. El Azote de Thor.
La historia de los pueblos está plagada de fechas que, en su momento, esculpieron una huella indeleble en la memoria colectiva de sus gentes. En esta (muchas veces) inmensa biblioteca, atiborrada de tomos y más tomos que recopilan nuestra sucesión de acontecimientos históricos, sublimes algunos, deletéreos otros, existe un minúsculo apartado que, pese a lo exiguo del tamaño, alberga una importancia capital en la vida del ser humano: la temperie o estado del "tiempo atmosférico" en un momento dado.
A estas alturas, resulta evidente la nada desdeñable influencia que posee "el tiempo" a la hora de condicionar cualquier actividad, ya sea laboral o lúdica, urbana o rural. Este condicionamiento alcanza su máxima expresión cuando la furia de "Thor" nos golpea con extrema crudeza, reconduciéndonos al verdadero estatus que ocupamos en el orden natural de las cosas. Dicho sin ambages: nos somete a una eficaz cura de humildad.
El pasado 24 de mayo, los arnedanos no daban crédito a lo que sus ojos contemplaban: 40 minutos de inmisericorde lapidación de campos y pertenencias, sin piedad alguna que valiera. Nuestra Mater Natura, cuando quiere, muestra una crueldad sin límites. Y ese dia quiso; porque le dio la gana.
Siempre me han fascinado las tormentas, no sabría explicar el porqué. Quizá por la magia y plasticidad de sus cielos, con esos torreones de kilómetros y kilómetros de altura y las fantásticas tonalidades que adquieren al atardecer. Quizá por ese sublime, agradable e inclasificable olor "a tormenta" del que se queda impregnado el ambiente minutos después del chubasco. Quizá por la estética de las corrientes e aire que ascienden y descienden en el interior de los cumulonimbos, confiriéndole la más bella presencia y prestancia a ésta, la reina de las nubes. Quizá por su efímera existencia, breve pero apoteósica, resultado de un rítmico equilibrio de fuerzas que cohabitan en las alturas...¡quién puede saberlo!
Pero existe un antes y un después de este celebérrimo día, un punto de inflexión en mi concepción de esta belleza de la que os hablo. Aquella tarde pasé por momentos de auténtico terror, terror que pude escrutar en los ojos de los que me rodeaban en aquellos nefastos e inacabables minutos, terror que pude atisbar en los ojos de mis conciudadanos, belleza terrorífica...Tengo unas cuantas tormentas a mis espladas, entre las que se me han acercado, las que he buscado, las que he predicho y las que he errado, pero jamás tuve la suerte/desgracia de toparme con un ejemplar de tan alta alcurnia, ni creo que pueda volver a lograrlo en lo que me quede de existencia. Otras ha habido, sí, pero ésta ha sobrepasado la normalidad con una insolencia que da pavor.





Podríamos especular largo y tendiddo sobre las causas que desencadenaron la feroz ira de Thor: su entorno sinóptico, sus ignotos mecanismos, sus causas y consecuencias meteorológicas...y sería sumamente interesante. Pero, desde luego, para nada es mi intención ni creo que sea éste el lugar adecuado para internarse en terrenos pantanosos. Me conformo con compartir alguna idea sucinta, que es, grosso modo, hasta donde podemos llegar aquí.
Cualquier arnedano es consciente de que las tormentas son bastante frecuentes por estos lares (en particular en primavera y verano) y que constituyen un aporte de precipitación muy importante en el cómputo anual. Es más: me atrevo a afirmar que, salvo la honrosa excepción de los temporales del sureste (sí, los que remontan el Ebro), es la única forma de ver llover de manera "decente" en nuestro pueblo. Lamentablemnete, en estas tierras permanecemos al margen de otros vientos benefactores, como los ábregos, que traen la lluvia media España, o como los de procedencia septentrional, que la llevan al tercio norte peninsular. Es lo que hay; seguro que nuestros agricultores están de acuerdo con esta idea.
En promedio, se dan 27 días de este fenómeno al año, lo que constituye una cifra significativamente alta dentro de nuestro país, aunque algo lejana de los registros de áreas como los Pirineos orientales y las serranías turolenses, donde incluso la toponimia corrobora la recurrencia de este hecho ( la "sierra del Rayo" en la zona de Gúdar, Teruel). Las que nos afectan, suelen formarse en tierras sorianas a mediodía, debido al calentamiento diurno y la orografía, amén de otros factores en los que no voy a entrar. Posteriormente, se desplazan dirección ribera del Ebro y Navarra (siguiendo más o menos el curso del Cidacos) impulsadas por los vientos rectores del suroeste. Pueden afectarnos otras de diversa procedencia, pero este hecho es más excepcional.
Cada cierto tiempo, suelen darnos pequeños sustos, asociados a sus caracteres intrínsecos (intensas precipitaciones, granizo, rayos, fuertes rachas de viento) provocando alguna inundación, en particular en zonas más expuestas (como pueden ser las "yasas") y que algún año la cosecha de almendruco, uva o productos hortofrutícolas queden dañados. Pero este 24 de mayo de 2009 ha resultado ser inédito en los anales de la climatología y memoria colectiva arnedana. Sus 107.6mm, gran parte de ellos granizo de tamaño variable (como pelotas de ping-pong algunos, incluso más grandes), constituyen una nueva efeméride de precipitación máxima en 24 horas, superando la anterior marca de 88.5 mm del 26 de mayo de 1956. Para hacernos una idea de la magnitud del registro, éste supone la cuarta parte del total anual en un año típico; ¡casi nada! Pero aparte del total acumulado, lo más llamativo fue la brutal acumulación de granizo que llegó a concentrarse, alcanzando en algunos puntos de nuestra localidad más de 50 cm, algo absolutamente inverosímil, que ni nuestros ancianos recordaban (aunque suene a tópico la frase).

Nuestra tormenta se gesta en Morón de Almazán, provincia de Soria, sobre las 13:30h de la tarde, ayudada por unas condiciones ambientales muy favorables (gran inestabilidad, aporte de humedad, calor en capas bajas, etc.). Poco a poco, en su desplazamiento hacia el norte, va ganando energía e intensidad, dejando granizadas considerables en Gómara, Noviercas y Ágreda. Pero no será hasta que se introduzca en nuestra provincia por el valle del Alhama, y se ubique en la vertical de Gatún y Peña Isasa, cuando alcance su mayor grado de plenitud y furia, sobre las 16:10h de la tarde.
Algunas imagenes radar muestran la inusitada violencia de la estructura.
Después de castigar con contundencia nuestro término municipal, siguió su camino hacia tierras navarras, dejando un reguero de caos y desolación, hasta que horas más tarde comenzaba a desvanecerse. Las consecuencias, todos las recordamos. Para los que la padecimos in situ, fue toda un experiencia imposible de olvidar y que, quizá, merezca la pena analizar de manera más exhaustiva en un futuro no lejano. Pero eso ya forma parte de otro capítulo...